Imagen de perfilCONFIANZA CIEGA

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

En pleno proceso de adaptación a los hábitos carcelarios, recibo la visita de mi esposa. La acompaña nuestro abogado y amigo, que por su gesto compungido, no parece traer buenas noticias.

-» Lo siento mucho, Juan, el juez ha decretado prisión sin fianza. Tuvo que ser un chivatazo. Esta industria es muy competitiva y no te puedes fiar de nadie. Han descubierto la doble contabilidad y embargado tus cuentas. Te aseguro que voy a invertir todas mis energías en tu defensa, pero no pinta bien.»

Se muestra abatido, pesaroso, mientras mi mujer solloza lamentando nuestra ruina.
Le recuerdo que tenemos separación de bienes, así que podrá retomar de nuevo la producción y conservar su patrimonio.
Les veo alejarse por el pasillo. Él cabizbajo, y ella, la pobre, intentando animarle con palmaditas en la espalda y acariciándole la nuca. Como me hacía a mí, cuando tenía un mal día…

 

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