Imagen de perfilPELIGRO DE EXTINCIÓN

Ernesto Ortega garrido 

Hubo un tiempo en que todas las familias querían tener un abogado en casa. Éramos un ecosistema fuerte, con una fauna rica y variada que iba desde los prestigiosos notarios a los imprescindibles pasantes. Jueces, fiscales, procuradores: todos nos sentíamos necesarios y nos respetábamos. Eran años felices en los que gozábamos de gran prestigio social. A finales del milenio los abogados comenzamos a brotar por todas partes, multiplicándonos como conejos en el bosque. Se produjo una superpoblación y para sobrevivir empezamos a pelearnos entre nosotros. Los bufetes más grandes se comieron a los chicos. Para proteger la especie tomamos medidas endogámicas que resultaron fallidas. Las largas jornadas laborales en bufetes y juzgados nos han llevado al aislamiento. Convivimos y nos apareamos exclusivamente entre nosotros, lo que ha terminado por convertirnos en una especie en peligro de extinción. Ahora puedes ayudar a salvarnos: adopta un abogado por 15 euros al mes.

 

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