Imagen de perfilCOGITO, ERGO SUM

Juan José Carrillo Chacón 

– Qué bien le sienta la toga -susurró alguien a los pies de una urna de cristal.
– ¿Habéis leído el mensaje? -preguntó otro, camuflando su voz entre los sollozos de los presentes.
– Se llama epitafio -respondió un tercero.
– “CONFESSIO EST REGINA PROBATIO” -leyó un cuarto-. ¿Qué quiere decir?
– “La confesión es la reina de las pruebas” -respondió un quinto.
– ¿Qué querría comunicar? -se cuestionó un sexto haciendo un análisis del texto-. No me fío de esta abogada, incluso estando muerta. Tendríamos que haberla envenenado antes.
– Teníamos mucha competencia -replicó el séptimo y último fugitivo-. Pero nosotros nos llevamos la recompensa.
«Los tenemos», se filtró por el pinganillo.
Los falsos sollozos cesaron. Los presentes se quitaron sus abrigos, dejando al descubierto unas pistolas que encañonaron a la banda de “los siete enanitos”.
“Blancanieves” despertó, los apuntó con su pistola y dijo: – Cogito, ergo sum.

 

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