EL EXAMEN
JUANR RIOS ROMEROJusto antes de que las puertas del aula del examen final se abrieran de par en par, tragué un medicamento genérico para el incesante dolor de barriga. La idea de la renuncia se me había pasado mil veces por la mente. Mi padre desde el pasillo, se limitó a mirarme y hacer un leve gesto de asentimiento con su cabeza. Adelante. Mi padre, agricultor e hijo de recolectores de trigo, no entendía que hubiera malgastado 9 años de mi juventud en la oposición de Abogado del Estado. Ni siquiera entendía en qué consistía, y sin embargo, me costeó con su jornal mis gastos. Habían sido largos y duros años renunciando a la vida: viajes, cine, ocio, ligar con chicas en bares…
Han pasado 15 años desde aquel examen.
Cada año llevo flores a la tumba de mi padre y recuerdo aquel fugaz instante.
Ese aprobado va por ti papá.