Imagen de perfilA MI ABOGADA

Eva María Cardona Guasch 

Mi abogada interpretó el regalo como una especie de indulto pues el resultado del pleito no fue el que yo deseaba. Pero tenía que darle las gracias sin palabras. Tras una tramitación enrevesada, plagada de suspensiones y recursos, su Señoría dictó sentencia de acuerdo con las previsiones de la joven letrada. Y no porque tuviera dotes adivinatorias. La evidencia de los hechos y la tendencia jurisprudencial presagiaban el fallo. ¡Cuántas horas pasó la abogada escuchando mis historias de agravios estériles, de ansias de venganza absurda contra mi “ex”, de ganar donde no debería de haber contienda! Siempre me atendió amable y paciente. Fui egoísta, irracional, pesada. Lo reconozco. Me avergoncé de ello cuando supe, casualmente, que mientras yo sólo discutía si la custodia compartida sería por semanas o por quincenas para mis hijos (más por orgullo que por conveniencia fundada), ella guardaba luto por el suyo.

 

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