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Ander Balzategi Juldain 

Estoy nervioso, me siento como si fuese a jugar una partida de ajedrez contra una máquina. Enciendo el monitor para contactar con el otro bufete de abogados y comenzar la negociación. Es la primera vez que establezco contacto con unos abogados creados por inteligencia artificial, desde que se aprobó la ley que permitía colegiarlos están copando el mercado. Yo aún creo en las posibilidades de los abogados de carne y hueso, el contacto personal es aún una herramienta eficiente. Mi café humea, la taza está caliente, la realidad impera, me digo. Aparece en imagen el abogado contrario y yo me quedó boquiabierto, desarmado, se me ha olvidado hasta el propósito de la reunión. “Señor Martínez, ¿me escucha?”, dice el muy canalla utilizando la imagen de mi difunto padre.

 

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