Imagen de perfilLa sal de la vida

laura pilato rodríguez 

Desde que mi padre vive con nosotros, mi marido y yo nunca discutimos. Y no porque nos falten motivos, ni ganas, es que no nos queda más alternativa que ceder a los dictámenes del Sr. Juez. Supongo que tras una vida impartiendo justicia, cuesta renunciar a empuñar el mazo, y a la mínima confrontación entre nosotros, trata de mediar para que lleguemos a un consenso.
Tras soltar una retahíla de términos jurídicos, emite su veredicto, zanjando serenamente nuestra disputa familiar.
El caso es que su eficaz resolución de los altercados hace que entre nosotros reine la paz y la concordia; Así que, de vez en cuando, le enviamos a hacer algún recadito y aprovechamos para discutir como adolescentes. Porque el Sr juez no recuerda lo agradables que son los actos de «reconciliación».

 

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