Imagen de perfilA vista de pájaro

Ander Balzategi Juldain 

Probablemente fuese mi afición a la ornitología la que me llevó a bautizarlos con nombres de pájaros. El mundo de las aves ofrece una diversidad inagotable de personalidades. Inauguré el inventario con la Urraca, una abogada ladrona que me robó un caso muy goloso nada más entré a trabajar en la firma. Estaba el Cuco, un pícaro que solía entrar en los despachos a regar las plantas con oscuros propósitos, el Loro, un pelota insufrible que repetía todo lo que decía el jefe, o el halcón, el abogado más admirado y resolutivo de la firma. El mandamás era el Águila, que se puso hecho un basilisco cuando se descubrió el delito que vinculaba al despacho con un entramado de evasión fiscal. El marco apropiado para que el Buitre, un fiscal anticorrupción, despedazase los restos sin pena ni gloria. Y todo destapado por mí, el infiltrado, el Jilguero Cantarín.

 

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