GESTOS
ÁNGEL SAIZ MORAMariano y yo apenas encendíamos el televisor, al contrario que nuestros amigos, fanáticos de las series, con los que cada vez nos quedaban menos temas para conversar. Por simple integración social seguimos su ejemplo durante meses, aunque no acabase de llenarnos.
El año que comenzaba, receptor de buenos propósitos, fue una oportunidad para empezar algo distinto.
No es mi especialización, pero aprendo rápido. Por las noches me dedico a asesorar de forma online a personas inmigrantes sobre visados de residencia, reagrupaciones familiares e integración. No cobro nada. Mi marido prepara platos que dona a la parroquia. Sabemos que es insuficiente para erradicar la pobreza global, pero nunca habíamos dormido tan bien. Aunque lo mejor es cuando quedamos con los amigos. Mariano y yo ya no hablamos de series, ellos tampoco, ahora enmudecen para escuchar nuestro entusiasmo, mientras piensan en qué podrían hacer.
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Me gusta mucho tu historia. Da mucho que pensar y a ser conscientes de que es mucho lo que cada uno puede hacer para ayudar a los demás. Mi voto y enhorabuena.
Bastaría con que cada uno aportáramos algo; como suele decirse, muchos pocos hacen un mucho. La generosidad tiene, además, un fruto inmediato de satisfacción interior. Lo que ocurre es que muchas veces no sabemos qué podríamos hacer.
Muchas gracias, Juan Manuel.
Un saludo
Precioso Angel! Siempre con tu sensibilidad y con tu magnífica escritura. Mi voto y mucha suerte
Me alegra que te guste, como a mí el tuyo.
Muchas gracias y un abrazo grande, Jero.
Desde luego, leerte supone siempre ver más allá del espejo que refleja nuestro egoísmo personal y social. Muy buen relato, Ángel, muy bien escrito. Enhorabuena, mi voto y mis mejores deseos para este 2021. Un abrazo
No hace falta escarbar mucho para ver la realidad, pero preferimos mirar para otro lado, o escuchar solo lo que queremos oír para continuar en nuestro mundo minúsculo y cerrado. La mayoría pecamos un poco de ello.
Muchas gracias, Nicolás. También te deseo lo mejor para este año.
Un abrazo
Hola, Ángel.
Yo creo que los pequeños gestos son los que hacen montañas de solidaridad. Si estamos esperando que en lo sucesivo, papá-estado nos solucione todo estamos apañados. Esos pequeños actos que no suponen demasiado nos alimentan el alma y ese alimento no lo tienes en los supermercados.
Me encanta tu historia.
Suerte, un abrazo gigante y mi apoyo.
Estos, días, gracias a Filomena, hemos visto la solidaridad de la gente, que llega a donde no alcanzan, o no con la rapidez que desearíamos, las ayudas externas. Todos tenemos que poner algo de nuestra parte por intentar arreglar un poco el mundo.
Mil gracias y otro abrazo grande, Towi
A veces los gestos y los detalles son más importantes y determinantes que protocolos y leyes. Cada cual puede optar al mundo que ayuda a construir como le pasa a Mariano. Hay que cultivar ese Marianito que todos llevamos dentro… Ah… Y mi voto
Pensamos que debe haber alguien que nos diga qué debemos hacer. Mientras esperamos que nos orienten o dirijan, estamos inactivos, convirtiéndose en una actitud que termina por ser permanente. Por eso los pequeños gestos son poderosos, mucho mejor que nada. Mariano y sus comidas seguro que hacen mucho bien.
Muchas gracias, Santiago.
Un saludo
Buen relato,Ángel, me ha gustado mucho.
Te deseo suerte y te envío mi voto y un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Ana Isabel.
Muchas gracias y otro abrazo para ti
Ángel… grandes gestos los que planteas en tu relato… ojalá todos hiciéramos los mismo… lo poco que aportáramos cada uno, ya sería mucho.
Buena historia!
Te deseo mucha suerte y te mando un abrazo con mi voto!
Marta
Ángel, un relato muy bueno.
Yo siempre pienso que en los pequeños detalles están los grandes logros. Como tus protagonistas que con esos gestos que realizan, no solo logran completar su vida, sino que además contagian a sus vecinos.
Me ha encantado.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Un abrazo enorme.
Todo un ejemplo de solidaridad, tus protagonistas. Su entusiasmo contagia a sus amigos. Si todos ponemos un poco de nuestra parte, mejorarían mucho las cosas.
Enhorabuena, Ángel. Una historia ejemplar.
Te dejo mi voto y te deseo mucha suerte.
Besos muy apretados, amigo..
Todos tenemos dentro a una persona solidaria. Solo hace falta dar un pequeño paso. Además, resulta contagioso. No todos los virus son dañinos.
Muchas gracias, Pilar.
Besos
Hola Ángel,
Ya estamos otra vez de vuelta, un gustazo leer historias de solidaridad, que es algo que necesitamos más que el comer. Personalmente me identifico con tus personajes, creo que la clave está en los pequeños gestos que podemos hacer cada uno.
Un relato muy edificante y muy bien escrito.
Enhorabuena, mucha suerte, y un abrazo.
Como suele decirse, nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios. No podemos ser Bill Gates y hacer una generosa aportación económica (que luego desgrava impuestos) a alguna causa noble, pero sí aportar algo, cada uno en la medida de su capacidad y posibilidades.
Muchas gracias por leer y comentar y que lo podamos seguir haciendo en este 2021.
Mil gracias y un abrazo, Almudena
Enhorabuena, Ángel. Una gran reflexión sobre la pobreza global.
Saludos.
La pobreza es, desde luego, global, pero esa palabra, que rima con mundial y hasta con universal, nos parece demasiado grande para lo pequeños que somos, pero algo podremos hacer cada uno desde nuestro ámbito.
Gracias, Juan Carlos
Saludos
Tu relato me ha hecho recordar aquel proverbio judío de que «el que salva una vida salva al mundo entero», es decir, cualquier acción de cada uno de nosotros en beneficio de la humanidad, por pequeña que sea, puede , sumadas a todas las de nuestros semejantes, solucionar cualquier situación o problema. Como siempre, insuperable. Mi rendido voto.
Ninguna acción es pequeña cuando todo repercute de alguna manera, a veces de una forma mucho más trascendente de lo que pensamos. La satisfacción que produce la generosidad no se puede pagar con nada.
Mil gracias por tu lectura, tus palabras y tu apoyo, Francisco José.
Un abrazo.
Has denunciado una práctica, la de ver teleseries, que se está extendiendo como la pólvora. Son entretenidas y nos ocupan una parte de las horas muertas que nos regala la sociedad del bienestar, pero también nos impiden desarrollar otras facetas que, como en el caso de tus protagonistas, acarrean mejores consecuencias íntimas y sociales. En fin. Bonita reflexión la tuya que merece mi voto y mi admiración. Un abrazo y feliz año.
Está muy bien poder expansionarse y descansar, cada uno como crea oportuno, solo faltaría, pero es cierto que con una mínima parte de nuestro tiempo algunas veces podríamos hacer algo por los demás; con ello, también lo hacemos por nosotros. La satisfacción de la entrega solidaria es un premio en sí misma.
Muchas gracias, Esteban. A ver si en este año las cosas mejoran y nosotros con ellas, aunque solo sea un poco, margen siempre hay.
Un abrazo
Ángel, buen relato, pero me temo que las series son actualmente imbatibles, aun frente a la caridad. Suerte
No puedo decir que sea mi caso, pero es verdad que las series se han impuesto, ya casi no nos acordamos de las películas. Sin obviar esta realidad, sería deseable sacar un poco de tiempo para los demás, con la seguridad de que será gratificante y ni las series podrían superarlo.
Muchas gracias, Manuel.
Un abrazo
Tu relato me ha gustado mucho, te deseo suerte y te dejo mi voto por aquí.
Un saludo!!
Me alegra que te haya gustado, Laura.
Muchas gracias por pasarte.
Un saludo
La buena voluntad es contagiosa. Y más todavía cuando esa voluntad va más allá y pasa a la acción (no hay serie que la iguale). Algunos espectadores lo único que necesitan es una parrilla más amplia y diferente.
Yo, de momento, intento emular tus buenas letras.
Un abrazo, Ángel
Es muy cierto que la buena voluntad es contagiosa, pero también que somos demasiado cómodos, preferimos ver series, cómodamente sentados, que nos distraen y nos lo dan todo hecho, pero todo es ponerse.
Ya me gustaría a mí acercarme a tus buenas letras.
Muchas gracias y un abrazo, Margarita
Un relato con un mensaje que invita a la reflexión.
Votado, suerte.
Cada vez tenemos menos ganas de pensar, pero no estaría mal que detuviésemos, de vez en cuando, este ritmo frenético que llevamos, para ver cómo encauzamos nuestra vida, incluyendo si podemos hacer algo por otros, nada satisface más.
Gracias, Yolanda. Un abrazo