Almudena Pérez Cruz

Microrrelatos publicados

  • Hace cincuenta años

    Nos conocimos hace cincuenta años y hoy celebramos nuestro aniversario. Nunca olvidamos la fecha, y yo tampoco he olvidado todos los detalles de aquella noche: su sonrisa inquietante, su mano apoyada en la barbilla y el codo en la barra, como si estuviera dispuesto a delinquir. Cuando me acerqué me dijo que estaba celebrando que acababa de licenciarse en Derecho y yo me encogí de hombros, pensando que era un presumido.
    Reacio al baile, su hábitat natural era la barra de las discotecas con un vaso de ginebra delante, siempre el mismo, porque no le agradaba beber, pero le daba empaque. Lo que sí le gustaba era observarme desde esa posición y se enorgullecía cuando algún hombre, y eran varios a lo largo de la velada, intentaba ligar conmigo. Disfrutaba al cotejar a mis pretendientes.
    Es un gran hombre y fue un magnífico abogado, aunque ahora ya no lo recuerde.

    | Octubre 2024
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  • Empezar de cero

    Después del divorcio, se apresuró a buscar un trabajo. Tenía tres niños y no podía esperar que se agotara la prestación que cobraba tras el despido en aquella empresa asfixiante y familiar.
    Elena conocía bien al padre de sus hijos y sabía de su escaso compromiso a la hora de cumplir con las obligaciones. Desestimó las voces consejeras que le decían que no tuviera prisa, que podía reclamar una pensión compensatoria, y se puso en marcha. Muy pronto encontró, con ayuda de su abogada de oficio, un trabajo en el que no ganaba mucho, pero le podría servir para empezar.
    Se trataba de impartir en un colegio dos clases diarias a estudiantes con dificultades de aprendizaje. Desempolvó sus apuntes, mostró su agradecimiento a aquella hada madrina, por la resolución del contencioso y por el trabajo, y se dispuso a correr con un objetivo en mente: ser feliz como una campeona.

    | Junio 2024
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  • Diario de un desmemoriado

    Llevaba cinco años intentando proteger sus recuerdos del tiempo implacable. No quería olvidar ni un detalle de lo que ocurrió aquella mañana; deseaba mantener en su memoria todos los pasos que dio hasta llegar al juzgado. Se le mostraban nítidos en su cabeza la ducha, el desayuno, el beso de su mujer, el rostro del taxista que lo llevó…
    Por eso apuntaba en un cuaderno cada mañana la fecha, que siempre era la de aquel día, porque estaba anclado en esa sala, frente al tribunal, en el instante en que se quedó en blanco y sin argumentos para defender a su cliente. Debajo de la fecha lo mismo día tras día, para no olvidar que todo es efímero, que hay que afrontar el futuro como si fuera un decreto y que no se va a dejar matar por esta enfermedad que le roba cada noche un poquito de sí mismo.

    | Febrero 2024
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