Imagen de perfilDiario de un desmemoriado

Almudena Pérez Cruz 

Llevaba cinco años intentando proteger sus recuerdos del tiempo implacable. No quería olvidar ni un detalle de lo que ocurrió aquella mañana; deseaba mantener en su memoria todos los pasos que dio hasta llegar al juzgado. Se le mostraban nítidos en su cabeza la ducha, el desayuno, el beso de su mujer, el rostro del taxista que lo llevó…
Por eso apuntaba en un cuaderno cada mañana la fecha, que siempre era la de aquel día, porque estaba anclado en esa sala, frente al tribunal, en el instante en que se quedó en blanco y sin argumentos para defender a su cliente. Debajo de la fecha lo mismo día tras día, para no olvidar que todo es efímero, que hay que afrontar el futuro como si fuera un decreto y que no se va a dejar matar por esta enfermedad que le roba cada noche un poquito de sí mismo.

 

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