Imagen de perfilRELACIÓN TÓXICA.

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

Llevaba un jersey tejido a mano y unos vaqueros rotos, que dejaban visibles los arañazos de sus piernas.
Así la conocí, encaramada a un roble centenario para evitar que fuera talado. Después vinieron las manifestaciones para preservar los ecosistemas, las protestas contra la contaminación industrial, y la toma de muestras en vertidos ilegales.
Yo la defendía en los juzgados con la misma pasión con que ella defendía sus ideas. Pagaba mis servicios con el sabor a mercurio de sus besos, y sus abrazos plomizos me reconfortaban tras sacarla del calabozo. Amaba el riesgo y yo seguía con tesón sus pasos imprudentes. Hasta que mis defensas se debilitaron y me abandonó diciendo que no había química.
Caí enfermo, y pensé que el desamor me consumía, recordando su piel cobriza y sus cabellos dorados. Pero el doctor dice que se trata de una intoxicación por metales pesados.

 

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