Imagen de perfilEl nudo gordiano

DOMINGO ALBERTO MARTÍNEZ MARTÍN · NAVARRA 

Estaba todo atado y estudiado; cada acento, cada punto y seguido. El sumario era más grueso que la guía telefónica de Tokio. Las pruebas le incriminaban, los indicios no podían ser más vehementes, y el careo con su exsocio había resultado decisivo. Iba a ser un juicio rápido, que acabaría con ese pájaro de corbata italiana metido entre rejas. «¿Y ahora cómo vas a solucionarlo? –se repetía entre dientes mientras observaba al industrial, sentado en el banquillo de los acusados, que bostezaba repetidamente–. Esto no lo podrás reparar, ¿a quién vas a sobornar ahora?»
El fiscal se frotaba las manos. Lo tenía todo atado y bien atado… hasta que el juez dictaminó que la prueba pericial quedaba anulada por un defecto de forma. La prueba más importante, y la única imprescindible, porque de ella dependía el alegato de la fiscalía.
Una hora más tarde el juicio era sobreseído.

 

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