UN JEFE IMPORTANTE
Inés González Soria · MADRIDLa identidad, la percepción que tiene uno de sí mismo, cambia radicalmente cuando se trabaja bajo las órdenes de alguien que vocifera y maldice a la mínima de cambio. Marisa se tenía por una abogada resolutiva y capaz, y desde que fue contratada para trabajar en el despacho de Don Alipio ha cambiado. No atina a tramitar con celeridad un arbitraje, ni siquiera es capaz de reconocer una cédula de inscripción a primera vista. Sin embargo ha desarrollado otras capacidades. Ella es la primera en darse cuenta del momento exacto en que la vena del cuello del jefe comienza a engrosarse antes de la tempestad, y sabe como nadie teletransportarse al chiringuito de Cádiz donde pasa sus breves vacaciones. Allí vuelve cada día, justo antes de que arranque la tormenta de insultos. Ya ni siquiera tiene que entornar los ojos para escuchar el murmullo de las olas.