Jurisprudencia de una delación

David Adolfo Panayfo Cóndor · Lima 

Los largos años de trabajo con casos esperpénticos, legajos abultados y poca paga han tenido su decantación aliviadora al recibir la noticia de su promoción hacia una jurisdicción más notoria. Quiere verlo como un premio, pero ese beneplácito se desinfla al compulsar su caso con el de otros colegas, quienes sin merecerlo han asumido magistraturas más preclaras. Encerrado en su oficina y bajo el haz opaco de la bombilla ocre que cuelga sobre su escritorio, lamenta haberse dejado engullir por el tinglado tautológico de la sierpe corrupta que silenció y tumbó sus ganas de luchar por una reforma judicial, a tal punto de sentirse desilusionado de haber estudiado derecho. Entre mocos cayentes y el estornudo indiciario de un catarro que asoma, coge un papel y bolígrafo y se pone a escribir los nombres e imputaciones que plasman la enseña de su despecho delator. Ya la prensa se encargará del resto.

 

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