El Tribunal Supremo de la República

Plácido Romero Sanjuán · Linares (Jaén) 

Mlynarski, con un catarro descomunal, avisó de que no asistiría. Kolodziej estaba ocupado aquella noche: el Obersturmbannf¡hrer Brauer, en cuya casa servía, celebraba una fiesta; el ayudante del gobernador general le entregaría un muy codiciado premio. Dabrowski, el tercer magistrado, simplemente no se presentó. Sólo asistían a la sesión, pues, cuatro de los jueces, por lo que Spiczynski, siempre tan preocupado por los problemas de jurisdicción, intentó, sin éxito, aplazarla. Nowak comenzó explicando la nueva reforma que el gobierno de ocupación preparaba en la legislación laboral: sueldos más exiguos y jornadas más largas; no podía esperarse otra cosa de los alemanes. Estaban juzgando la conducta de un Scharf¡hrer que había disparado contra la señora Madejowa en Nowe Miasto, discutían las circunstancias del incidente cuando repentinamente se fundió la triste bombilla que iluminaba el pequeño sótano. Como no consiguieron otra, hubo que levantar la sesión del Tribunal Supremo de la República.

 

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