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Noel Fraire Ventura 

Gotas de humedad caían del techo, hacía un calor asfixiante. Hondamente sumido en sus cavilaciones, analizaba todo lo ocurrido. Ahora estaba detenido por error, encausado por asesinato. Tenía los ojos fijos en su neceser; todo su mundo material se había reducido a eso. Y mientras, se preguntaba: -¿Y si la estancia allí no fuera algo temporal? ¿Y si tal confusión no pudiera ser aclarada?-
Se estremeció. Un sudor frío le señaló un nudo de angustia en su estómago. Se derrumbó ante el futuro, anticipado por su imaginación. Preso del pánico, quiso llorar de miedo y de desesperación.
Sin darse cuenta, una sombra terrible se detuvo frente a su celda, luego el hierro se entreabrió. Una persona digna y de semblante grave esperaba en el umbral. Sus miradas se dijeron tanto en tan poco, que el reo no pudo más que esbozar una sonrisa de sosiego. Le dijo: -Soy tu abogado-.

 

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