EL JUICIO FINAL
Joaquín CartagenaRecostado sobre su ajado «chester» marrón, repasa cuidadosamente las anotaciones de su «instructa».
Su memoria ya no es la precisa herramienta quirúrgica de los primeros años. Sus viejos gemelos con sus iniciales le transportan suavemente hacia una retrospectiva panorámica de sus años de ejercicio profesional, preñada de merecidas e inmerecidas victorias, un buen puñado de incomprendidas derrotas pero apenas una docena de juicios disfrutados en el recuerdo.
Ahora en el eclipse de su carrera, con mas arrugas que talento y mas experiencia que ímpetu, justo ahora – ha tiempo que decidió adoptar una filosofía cínica- se le presenta el pleito soñado: «El Juicio Final». En su imaginación este último litigio adquiere una dimensión gráfica: una sala de mármol nacarado, un atril de alabastro, un juez ciclópeo, eco reverberante y a su espalda, en bancos de madera sin pulir; todos los testigos de su vida.
Sonríe emocionado: -Con la venia Señoría…
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Gran relato. Deseo que lo absuelvan