Alegato

María Domínguez de Paz · Valladolid 

Crea que aún puedo jactarme sin falsa modestia de conocerlos al dedillo. Bien sea el Civil o el Penal; al derecho, al revés, o de modo aleatorio: leo mentalmente cualquier Código sin más asistencia que la de mi propia concentración. Durante los cincuenta años de mi vida profesional, he tenido la gran suerte de atesorarlos artículo a artículo en algún lugar recóndito de mi memoria. Puedo demostrarlo. Los mantengo como valiosos incunables de la biblioteca más preciada. Por eso, ahora apelo a su sentido más ecuánime. Quizá me ha despistado la sinrazón de este blanco fantasmagórico que refulge inexplicablemente en paredes, puertas y hasta en su nueva toga. Con el debido respeto, Señoría: debo rechazar como prueba concluyente para mi inhabilitación el no haber sido capaz de repetir en orden las tres palabras que se me ha pedido memorizar: gazpacho, yogur y… cualquiera que sea la tercera.

 

 

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