Recuerdos, solo recuerdos

Rosana Alonso Fernández-García · Madrid 

Y yo que creía que al morir me esperaba el descanso merecido después del orgullo del trabajo bien hecho,de tantos años de dedicación, me encuentro ahora ejerciendo de abogado en el más allá. Reconozco que mi primera frase comenzó con una palabrota seguida de una disculpa ante el magistrado que me indicó mis nuevas tareas: un hombre viejo de toga y birrete deslucidos. He podido comprobar que lo único que nos diferencia es la definición de nuestras figuras fantasmales: los nuevos residentes somos luminosos, otros ligeramente transparentes y los más antiguos meros jirones de niebla. Aquí el tiempo sufre una detención y todo ocurre con una morosidad extraña. Ahora ejerzo como juez de paz de bodas espirituales en las que uno, al fin, las almas perdidas que la vida separaba. Pasado el estupor inicial, la muerte sigue y te adaptas, pero mis pies comienzan a desaparecer y tengo miedo.

 

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