Probando, probando

Cristina Sádaba Elizondo · Murchante (Navarra) 

Tenía mucho orgullo y pocos prejuicios cuando empezamos a salir e intimábamos en los probadores de Galerías Preciados. A nuestra juventud atolondrada, siguió una boda de catálogo, mi rápido ascenso en el bufete de su padre y una madurez con todos sus ritos. Así que nada le extrañó que le pidiese el divorcio tras una década de amor y dos lustros de desidia. Ni palabrotas mediaron. A mí tampoco me sorprendieron las miraditas que intercepté entre ella y el juez Enríquez: la toga y el birrete no dejan de ser un uniforme y siempre he sabido de sus querencias. Lo que sí me dejó casi ojiplático -va a ser verdad lo del eterno retorno- fue el enterarme de la detención de ambos, por escándalo público, en los probadores de Adolfo Domínguez. Si ya lo decía mi madre, su exsuegra:¡€™segundas partes nunca fueron buenas?.

 

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