El día más feliz de su vida

Raúl Garcés Redondo · Zaragoza 

De siempre su sueño había sido oficiar una BODA civil y aquella mañana por fin iba a hacerlo realidad. Para ello rescató del armario ese elegante BIRRETE que a juicio de su difunta madre tanto le favorecía. Parafraseando al monarca cuya imagen presidía la sala, comenzó el solemne acto: Me llena de ORGULLO y satisfacción poder unir en matrimonio a estas dos personas¡€™El creciente murmullo entre los presentes fue cortado de raíz por la enérgica petición de silencio del señor juez acompañada de una malsonante PALABROTA. Fue tan contundente que ninguno de los asistentes osó llevar a cabo una nueva DETENCIí N del discurso y de este modo la denunciante y el denunciando se convirtieron en marido y mujer.

 

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