Ovillo de Ariadna

Jesús Gonzalo López de Ahumada Beato · Lucena (Córdoba) 

Tocaban a muerto las campanas de camino al Juzgado. Le daba igual. No era supersticiosa y estaba agotada a esas alturas de año. Julio. El sol le abrasaba de la misma manera que le quemaba en las manos el informe preparado durante semanas. Pasó de largo la biblioteca municipal. Sabía que esa semana tocaba concurso de maquetas en la sala de exposiciones. La Sala. Lo había olvidado. No le gustaba la sección de Sala que le turnaron. Trató de borrar de su mente ese pensamiento. No le importaría si había condena. No tenía fuerzas para más. Se descubrió arrastrando los pies y se recordó andando por la playa, como cuando se le hundían en la arena recién bañada por el mar. Intentaba sobreponerse: Ariadna, usa el ovillo y sal del laberinto sin ayuda, no pienses más en la condena – se decía. Pero no podía, era abogada a fin de cuentas.

 

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