Los sin nombre

Marta Franco Alejos · Villamiel de Toledo (Toledo) 

No pareció importarle su condena. El informe psiquiátrico era claro. Mi cliente no era responsable de sus actos. Pasaría el resto de sus vida ingresado en un manicomio. Durante años nos unió una relación especial. En su último cumpleaños y cumpliendo su deseo, le regalé una caja con arena de playa. Estaba eufórico, «pronto vendrán a buscarme», me dijo en un susurro. Ante mi asombro continuó : «son los sin nombre, salen de los espejos, también vendrán a por ti». Fue la última vez que le vi. Un año después de su desaparición, comprendí sus palabras. Aquella noche desperté sobresaltado. El ruido procedía de la sala de estar. El espejo estaba roto, mi maqueta preferida destrozada, al igual que el resto de la habitación. Me he deshecho de todos los espejos, pero ya es demasiado tarde. He empezado a oír sus voces y a cumplir sus malditas órdenes.

 

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