Huellas de piececitos

Javier Reyero del Prado · Amsterdam (Holanda) 

Lea correteaba en la arena, ajena al mar, ajena a la brisa que llevaba consigo el sofoco, el cansancio. Sus piececitos quedaban marcados hasta la próxima ola. Era un instante infinito que deseé retener, pero que como todos, fluía hacia el río de momentos que se pierden. En sus primeros seis años de vida ¿cuantos de esos instantes había ya perdido?.
Lucía estaba radiante, corría tras Lea riendo como si fuesen dos niñas, dos amigas. No la había visto así desde hace tiempo… no la había visto desde hace tanto…
Se acercó despacio mirándome tiernamente. Sonriendo dijo -Por fin tiempo para nosotros, por fin dejas la sala y la toga por tu hija y por mí. Aún podemos reinventarnos.
Volví al libro donde camuflado había hecho imprimir el informe. Una pequeña maqueta escondida del lugar donde sucedieron los hechos… y en un sabor a bilis y mentira mi condena comenzó.

 

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