El velero

Juan Andrés Herrera Perdomo · Santa Cruz de Tenerife 

Un abogado entra en la T4 y busca esas inorgánicas salas para fumadores. Tiene que viajar a Barcelona para un juicio perdido: un borracho que se dio a la fuga, dos muertos. En esos casos en los que hay que defender al malo, bajar la vista cuando los familiares te toman por otro cabrón o la fiscalía te mira como si fueses una cabra atada a un palo, uno sólo desea perder, que la condena sea tan larga como se permita. Sin embargo, aunque se sepa que no habrá brindis de victoria y que si hay comida será un puñado de arena a los ojos, el abogado sabe que su oficio es igual al de un médico: si muere un paciente lo mejor es regresar a casa, tomar un baño y, si no se puede dormir, revisar algún informe o terminar la maqueta del dichoso velero.

 

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