El trabajo

Óscar Julen del Río Gómiz · Huarte (Navarra) 

Cogí mi taza de café, me senté en mi silla y encendí el ordenador, como siempre. Sorbí un trago y seleccione una carpeta. La carpeta. Se trataba del expediente de un violador; me tocaba defenderle. A mí pesar. Sabía que el caso era difícil, para que mentirme, imposible. Sabía que tenían suficientes pruebas comprometedoras contra él ¡hasta habían realizado una maqueta de los hechos por ordenador! Yo amo la abogacía pero, cada vez que leía el informe me sentía tragado por la arena; me hundía poco a poco. Sabía que la condena a ese desgraciado sería inminente. Terminé de tomarme el café y miré el reloj. A las doce tenía que estar en la sala del juzgado para defenderle. Así pues, me levanté y cogí la toga, me tenía que marchar. Porque aunque no me gustase este asunto. He aprendido que el trabajo es el trabajo y hay que hacerlo.

 

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