El gladiador

María del Puy García Arregui · Pamplona 

Soy como un gladiador en la arena del circo romano; mi arma es el informe que llevo entre mis manos, espada afilada que demuestra que mi jefe es el peor de los emperadores, pues conociendo esa trama de corrupción, prefirió callar mientras le procuraban todas las comodidades y lujos que quería. Después de tomarme un café que tenía un extraño sabor en la cafetería de abajo, cruzo el vestíbulo del edificio con paso decidido; paso de largo la maqueta del complejo en el que trabajo, la miro y la veo borrosa, pero sigo dirigiéndome a la sala de reuniones del juez para poder conseguir una condena que haga justicia en este caso. Me encuentro mareada, me fallan las piernas. Pierdo la visión. – ¿Dígame? – Objetivo liquidado. – ¿Limpiamente? – Limpiamente. Parecerá un derrame cerebral. – ¿Y el informe? – Destruido, como acordamos.

 

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