Persuasión

Jose Antonio Carretero Guillén · Sevilla 

Descolgué el teléfono, oh dios, era ella.- Cariño, ¿porque no dejas esos expedientes ya y vienes a casa?. – Aun me queda mucho, no puedo. – Vamos cielo tu cachorro y yo estamos esperando para que juegues con nosotros, sobre todo yo. – Enserio, no sabes cuantas ganas tengo, pero estoy hasta las cejas. – ¿Seguro que no? . Suspiré, la providencia me había dado a la mujer que mejor sabía convencer y hacer disfrutar a un hombre. – Llegare tarde cariño, no te quedes despierta. – ¿Si? Es una pena, mi amiga Ana se marchara antes de que tú llegues, y las dos estamos tan solitas jugando con ese flotador en el jacuzzi. Colgué, eche de mala manera el expediente por allí, me levante tirando la silla y rebusque mis llaves, después de todo un marido debe ir cuando su mujer lo necesita.

 

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