Por los viejos tiempos

Cristina Jover Acosta · MURCIA 

Allí estaba de nuevo, intentando hacer la pelota al politicucho de turno, recién llegado al Consistorio, con esos aires de grandeza que gritaban a los cuatro vientos su disposición a corromperse. La antig¡edad allí era un plus pero para su objetivo, mejor un novel. Licitar unos terrenos que habían sido protegidos durante tantos siglos era difícil pero no imposible, el dinero lo pagaba todo y su talón estaba preparado. Ser abogado de una constructora tenía esas cosas, igual reclamabas un impago que buscabas los favores de los poderosos, la prevaricación y el cohecho no eran obstáculo y la minuta era sustanciosa. «¡Guzmán, su turno!», el grito le sacó de su ensimismamiento, le tocaba declarar. Movió las muñecas despacio, las esposas estaban demasiado ajustadas. La cabeza le explotaba.

 

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