Ilustración: Juan Hervás


POR LA BOCA MUERE EL PEZ

MONICA CRISTOBAL ALVAREZ · Madrid 

Vuelves de un día agotador, tras un juicio complicado por la mañana, charla del decano a medio día, varios clientes por la tarde, y cuando se cierran las puertas del ascensor que te llevarán al hogar, al descanso, al silencio, lo último que deseas es que aquel cachivache se pare entre dos pisos y no funcione ni siquiera, el botón de la alarma. Me acordé entonces, de cómo me había venido arriba en la última Junta de Propietarios:” soy abogada y les animo a no pagar la deuda del mantenimiento, y si amenazan con poner un candado, lo romperemos señores, la ley está de nuestro lado…” ¡Cómo me miraba el empalagoso presidente!, cómo tomaba nota y cumplía a pies juntillas mis recomendaciones… En qué momento, pensaba ahora encerrada allí, sin alarma, sin cobertura, amaneciendo, en qué momento, aprenderé a colgar la toga, cada vez que salga de mi despacho.

 

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