Ilustración: Juan Hervás


La diosa

Patricia Bueno Perarnau · Barcelona 

Mi padre era un anticuario respetado y respetable. Menos cuando olfateaba el rastro de una antigüedad egipcia, su talón de Aquiles. Entonces perdía totalmente la cabeza y era capaz de todo para conseguirla. Como no tenía dinero, ya que jamás vendía sus piezas predilectas, la opción de licitar en subastas quedaba descartada. Su método favorito para ampliar su colección era el chantaje. Si no funcionaba, era capaz de matar. Esto lo supe después de su entierro, cuando encontré entre sus papeles un antiguo recorte de periódico con la noticia del asesinato del abogado Jules Champollion. La prensa dijo que había sido un cliente que había enloquecido al ver la minuta del abogado, pero la noticia se ilustraba con una foto del fallecido mostrando orgulloso la famosa estatuilla de la diosa Isis heredada de su bisabuelo. La misma diosa que me servía como pisapapeles desde hacía años…

 

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