DON RODRIGO

Antía Yáñez Rodríguez · A Coruña 

Don Rodrigo introduce la llave en el candado del cajón que le queda por vaciar. Las moderneces nunca han sido su fuerte, y ese cachivache oxidado lleva con él casi 40 años. Recuerda las largas noches en vela en ese lugar, solo, mientras preparaba más juicios y pleitos de los que era capaz de abarcar. El bufete tiene con él una deuda que jamás podrá pagar. Ha sido el profesor, guía y, sobre todo, padre de todos los que llegaron después de él. No en vano le llaman “Don Rodrigo el Decano”, aunque la educación jamás fue para él una opción. La jubilación ha llegado y, aunque temía ese día, ahora solamente quiere que pase lo más rápido posible. Una despedida cordial, entre amigos, nada empalagoso. Si no, terminará llorando.

 

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