Código de Gortina

Ana Varela Velo · Silleda (Pontevedra) 

Me dirigí a la Colina de Marte, en la maravillosa Atenas, donde trabajaba de abogado. Presumía de mi experiencia en oratoria, y era una mañana perfecta para resolver los problemas de mi patrocinado en el Areópago, y convencer al Dikastés de su inocencia, con una buena defensa. Pero además tenía una ardua tarea: convencer a la Ekklesía de la necesidad de introducir el turno de oficio y la justicia gratuita en el Código legislativo de Gortina, para que se remunerase con un módico sueldo el ejercicio de la abogacía de los pobres, ya que así como al artesano no se le podía obligar a trabajar si antes no se pagaba el importe de su trabajo, lo mismo sucedía con el abogado de pobres, al que no sólo se le obligaba a defender a éstos graciosamente, sino que, además se le exigía contribución por ejercitar su noble cometido. Temis me sonreía.

 

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