Imagen de perfilNos escuchan

David Villar Cembellín 

En el mundo de las malas elecciones, siempre estaba del lado de las causas perdidas el bueno de Severiano McGufo. Una vez demostrada la existencia de chemtrails —«¡nos fumigan!»— y desenmascarados los gobiernos reptilianos —«¡lagartos illuminati masónicos!»—, Severiano centró su atención en las escuchas telefónicas. ¿Por qué Youtube le anunciaba berenjenas después de hablar de berenjenas? Dispuesto a salvaguardar su intimidad, Severiano McGufo desconectó Siri, trituró Alexa y desatornilló el sistema de audio de su móvil. Para nada. Los reclamos personalizados le seguían llegando. Entonces habló con un amigo de iniciar un litigio contra las multinacionales. ¡Demandaría a las compañías! ¡Quizá lograse pactar una restitución! Pronto un sinfín de anuncios de bufetes inundaban su bandeja de entrada. Severiano se fue de vacaciones y le seguía llegando publicidad. Del todo vencido, su rostro afable sepultado por ojeras como medias lunas negras, Sevierano McGufo levantó el teléfono y contrató un abogado.

 

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