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Maria Pilar Guardiola Carbonell · Alicante 

Aguardaba el momento sentado en el suelo y con la espalda apoyada en la puerta de entrada.
Esperanzado, había permanecido la noche en vela esperando un suceso imprevisto que lo cambiase todo, y ello a pesar de que su curtido abogado le había notificado que, al decretar el lanzamiento, el Juzgado había puesto fecha para el punto y final de su vida en la casa.
El llamativo reflejo de los primeros rayos del sol en las paredes marcaba el plazo límite para el milagro pero finalmente no hubo magia ni rescate al estilo de la banca.
Al sentir los golpes del cerrajero manipulando la cerradura, se incorporó, cogió el cartón sobre el que había estado sentado y abrió la puerta. La comisión judicial, enmudeció al ver el rostro de la derrota y al vislumbrar el mensaje del cartel que debajo del brazo portaba, “vivo en la calle, necesito su ayuda”.

 

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