Un sueño roto
Rosalía Pacheco de la Puente · MadridVenían del mar, Yoro los trajo. Dijo que los cuidaría porque él era pescador y conocía el Océano. Con dieciocho años asumió el mando y el riesgo, dejando atrás África y también todo cuanto amaba.
Fue una lucha feroz y sin tregua. Sol abrasador, viento, incertidumbre, la desconfianza de los demás y su propio miedo. Sin cerrar nunca los ojos escrutando el mar de día, y de noche el cielo.
Llegaron exhaustos. La frágil patera los dejó una tarde en la arena de Tarifa.
Con el tiempo el sueño se había roto. Recordaba cuando vivía en el campo huyendo de la alambrada y también, casi tan duro como la travesía, el proceso de pedir asilo. El abogado de la Asociación lo había intentado, pero el juez dijo que no, en su sentencia desestimaba porque él no podía ser un refugiado. En Gambia sólo le perseguían el hambre y la miseria.