Imagen de perfilBIENVENIDO

ISABEL FRAILE SANCHEZ 

Refugiado, acurrucado bajo la manta amarilla, con los labios agrietados por el sol, por el viento, por el frio… por el agua salada, con los calambres que todavía estremecían su cuerpo por la forzada postura en la barcaza, solo podía pensar en los campos abandonados, en las casas abandonadas, en los muertos abandonados. Miraba más allá de la alambrada, más allá del mar que acababa de dejar tras la larga y penosa travesía. Como en un sueño, oía los lamentos de los que quedaron atrás; aún sentía el olor del miedo, de la injusticia y de la impotencia. Se sobresaltó cuándo le tocaron el hombro. Un joven en cuclillas ante él, sonreía. “Bienvenido, dígame su nombre y de donde procede. Trataré de ayudarle. Soy su abogado”.

 

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