El régimen

Pablo Pescador · GIRONA 

Si no tuviera la manía de llevar la contraria a mi mujer no me encontraría ahora en esta situación. Porque fui yo el temerario. Por mi glotonería y el estricto régimen al que ella me tenía sometido desde hacía semanas. Fui yo quien rompí el candado de la vitrina y devoré con ansiedad aquella tarta de cumpleaños que tan buena cara tenía. Por la noche, ya en el hospital y a pesar de todos esas maquinas y tubos conectados a mi cuerpo, la escuchaba de fondo explicar a mi madre que el envenenamiento había sido causado por una partida levadura tóxica. Ella sabe que la tarta de cerezas es mi debilidad. También que, según la opinión del médico “no hay nada que hacer” y según las instrucciones de las últimas voluntades que redacté justo hace un año, hoy me van a desenchufar para evitar sufrimientos inútiles.

 

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