Allende de los mares

Manuel de la Peña Garrido · Madrid 

Desterré para siempre la ansiedad, el estrés. Me olvidé de sumarios, reuniones, vencimientos. Mi microordenador yace en el fondo del mar, encerrado bajo siete candados. No ejerceré nunca más. Perderla a ella colmó el vaso. No perdonó que celebrase mi cumpleaños en el juzgado de instrucción, asistiendo a Giovanni Trapani hasta las tantas; que la dejase plantada y arruinase mi fiesta-sorpresa, su felicitación estilo Marylin. Transferí mis ahorros y honorarios del caso Activos Tóxicos al principal banco de esta isla y aquí me refugié. Vivo en el paraíso. Oteo el horizonte paladeando daiquiris servidos por mi asistente, un nativo a quien llamo Viernes. Avisto una balsa acercándose. La tripula una explosiva náufraga. Me sonríe la fortuna. Le haré los honores. Ya en la playa, sin presentarse, espeta: -Me expulsaron del crucero. Los demandaré. ¡¨No será usted abogado?

 

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