Ojos que ven

Raquel Gil Antonio · Sabadell (Barcelona) 

Santi lo hizo. Solo tenía 23 años. ¡l habia visto, oido y vivido aquello de una manera muy directa. En su pelotón, era un soldado más, pero para ellos no. Aquel soldado fué único testigo de todo y ellos lo sabían. Jamás contó nada, nadie lo sabía salvo sus ojos y sus oidos. ¡l lo vió todo, vió como a su compañero le administraban una dosis mortal de penicilina a la que tenía alergia, causándole la muerte instantes después. Santi sab¡a que aquello no era un accidente, no cabía error, se habían cargado a German. A partir de ese momento él seria el siguiente. Días después se encerró en su habitación papel y lapiz en mano, relató todo palabra por palabra y se tragó el escrito. Al hacer la autopsia al cadaver de Santi, el forense encontró en su estomago lo que parecia ser una declaracion.

 

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