Ilustración: Juan Hervás


La rubia

José Ramón Alonso Peña · Salamanca 

Terminé Derecho. Luego, doce meses de soldado en la Acorazada Brunete. En aquella litera, soñaba con la profesión: juicios, testigos, alegatos, declaraciones, escritos, defender la justicia con la ley,… En mis pensamientos, era como los abogados americanos, bebía whisky y atrapaba gángsters y narcotraficantes. También imaginaba que un día llegaba a mi despacho una rubia despampanante y me decía: “Necesito que me ayudes”. Volví a casa. Tres años de pasante y abrí un bufete con mi hermano mayor, que se había hartado de preparar oposiciones. Para lo que hay por ahí, no nos llevamos mal. Yo tengo alergia a los números y él a vivir pobremente. Hoy ha venido una rubia despampanante a mi despacho. Me ha mirado a los ojos con unos semáforos verdes rodeados de pestañas y me ha dicho “necesito que me ayudes”. Es mi cuñada. Mi hermano no me lo va a perdonar jamás.

 

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