El caso «Vertedero»

Juana Cortés Amunarriz · Alcorcón (Madrid) 

Leyó de nuevo su escrito con satisfacción. Justo cuando estaba a punto de tirar la toalla, el abogado había descubierto la existencia de aquella extraña alergia, muy difícil de demostrar. Un golpe de suerte, no cabía duda. Sabía que encontraría algún testigo -para eso están los amigos- dispuesto a hacer una declaración acerca del efecto que tenía el alcohol en el soldado acusado. El hecho de convertir a aquel carnicero en un enfermo mejoraría considerablemente la condena. Al salir del despacho se cruzó con una mujer joven, que se volvió intentado ocultar su rostro. A pesar de su movimiento, pudo ver el moratón que le deformaba la mejilla. Aquella imagen le devolvió la de la prostituta asesinada. Sus costillas rotas. El abogado sintió un escalofrío. Mientras buscaba las llaves del coche, observó pensativo la papelera que se le ofrecía provocadora con su gran boca de metal abierta.

 

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