Un sainete

Beatriz Ros · Rubielos de Mora, Teruel 

Éste es, de momento, el peor día de mis “vacaciones” de Semana Santa. Mi suegro, con la tele a todo volumen, mira encantado la Vigilia de Pascua que oficia el Papa Francisco. Mis hijos llevan horas corriendo por todo el piso como si no hubiera parques en todo Madrid. Mi suegra, que parece no estar satisfecha con la limpieza de nuestro hogar, va por las habitaciones, aspiradora rugiente en mano, con la única obsesión de librarnos de los ácaros asesinos. A todo esto, mi mujer ha salido con las amigas,- lo cual es muy legítimo, aunque lleve horas fuera…- Desvío la mirada de mi periódico y miro el sainete que tengo ante mí. “¡Qué asco de vida!”, pienso. Como abogado matrimonialista, debería haber redactado un contrato con una cláusula que prohibiera a mis suegros pernoctar en nuestra casa.

 

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