Un padre, un humano y un abogado.

Carmen Alcedo Megías · Sevilla 

Han pasado dos años desde la Pascua en la que mi querido padre me propuso firmar un contrato con clausula de honor, lealtad, dedicación y superación profesional para trabajar en el bufete que dirige desde hace treinta años. Llevo dos años de vigilia, cuestionándome si es moralmente legítimo coger el desvío más fácil-. Hoy incumplí la clausula, me relajé,contesté una demanda fuera de plazo. En dos años he hecho que pierda a su mayor y fiel cliente al que él, durante veinticinco años, había tratado con honor, lealtad y dedicación. Hoy mi padre decidió renovarme. Perpleja me encuentro preguntándole el porqué. -Hija mía, somos abogados, pero primero humanos, todos fallamos. Me tiembla el pulso al firmar.

 

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