Un abogado extraordinario

Jesús Luque Manzano · Estepa (Sevilla) 

De pronto se fue la luz. Saber que la mansión estaba deshabitada acentuó mi sensación de desamparo. A tientas conseguí llegar a la puerta del dormitorio. Instantes después sentí un pinchazo en el pie izquierdo: tenía clavada una aguja. Me agaché, la extraje y la dejé sobre una mesita de noche, sobre la que descansaba un Código Civil, un grueso novelón y algunas revistas eróticas.¡€™Qué tipo más ecléctico vivirá aquí?, me pregunté. Oí el abrir de una puerta, seguido de unos pasos enérgicos. El terror me paralizó, y me escondí bajo la cama. Los pasos se acercaban… una tenue luz parpadeaba, y una voz cavernosa dijo: -Salga de ahí, joven, no vaya a resfriarse. Me arrastré lateralmente y salí de mi escondite. Ante mí se alzaba un hombre alto, con la piel muy blanca y unos ojos penetrantes. -Mi nombre es Drácula; me ha sido encomendada su tutela judicial…

 

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