¡TOMA VITAMINAS!

Coral Gándara Adán · Madrid 

Ser el abogado de un pueblo es algo peculiar. Nos falta tiempo para resolver las continuas rencillas enquistadas desde la infancia, pero a veces, incluso ejercemos nuestra profesión teniendo los resultados más sorprendentes . Recuerdo a Don Ambrosio, orgulloso de sus tierras como nadie, que fue demandado en primera instancia por su vecino por una disputa entres las lindes de sus respectivas fincas, y tras una ardua negociación, conseguí que éste último desistiera de la demanda. Mi cliente, lleno de gozo ante tan feliz desenlace y en pago de mis honorarios me trajo una remolacha. Atónita, le miré y le dije: «»Hombre disculpa, comprendo que la crisis es muy dura, pero ¿una remolacha?»». El hombre se marchó cabizbajo y volvió al día siguiente con un melón. ¡Vivir para ver!

 

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