PRIMUM VIVERE

Joaquín Valls Arnau · BARCELONA 

En vida, nuestros padres tuvieron como única propiedad una finca en el pueblo; en ella cultivaban remolacha azucarera y obtenían lo justo para mantenernos los cuatro. Lucas, mi hermano mayor, quiso continuar la tradición familiar y dedicarse a la agricultura. Yo en cambio detestaba el campo, así que convinimos que si me pagaban los estudios de Derecho, la finca pasaría a él. Una década después, mi bufete comenzó a hundirse. En la misma época Lucas hizo excavar un pozo en la finca en busca de agua, y apareció por sorpresa una gran bolsa de gas natural. Decidí impugnar el testamento. Por supuesto gané, y ahora me embolso la mitad de los beneficios del yacimiento. Aunque le pedí disculpas, Lucas, enfurecido, me imputó falta de ética. Hemos dejado de hablarnos y conste que lo lamento, porque la familia es importante. Pero en última instancia, lo esencial es la supervivencia.

 

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