LA SECRETARIA

MIQUEL IVARS BAÑULS · Sueca (Valencia) 

No le importó nunca que algunos la llamasen solterona. Tenía una mirada dulce, tierna, que, sin embargo, echaba en falta en mi madre, siempre tan severa conmigo. Recordé nuestros juegos en la sala de reuniones, mientras esperabamos que mi padre finalizara su última asistencia, y las aburridas clases de cálculo, sentado sobre sus rodillas. Más tarde vino la universidad y, después, mi incorporación como abogado al despacho. Aquel día sus pequeños ojos azules irradiaban felicidad. Sin embargo, el divorcio de mis padres sacó a la luz viejos rumores de adulterio, que, lentamente, la fueron consumiendo. Ayer me dijo, llorando, que no podía más y presentó su renuncia. Cuando cerró la puerta, dejo atrás un revelador silencio. Levanté la cara, miré en el espejo mi reflejo y ví .. sus ojos.

 

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