La medusa

Manuel Burgos Toimil · Nigrán (Pontevedra) 

En la playa, en agosto, un abogado de vacaciones se puede encontrar de todo. Desde a su señoría en cueros, pasando por una invasión de medusas, hasta un banco de fanecas bravas. Para oprobio, el sufrido por un comité de empresa que mantenía una importante reunión en una villa costera, a la que asistí como laboralista, y que tuvo que pedir una prórroga para recuperarse de los daños sufridos en su cuaderno de reivindicaciones sobre las condiciones de trabajo, que pretendían presentar en la negociación colectiva con la empresa, consecuencia de una inquietante medusa que se había instalado con su familia entre los mullidos papeles sindicales. Y me plantearon presentar una demanda, pero ¿contra quién? Tal vez contra Poseidón, dije irónicamente, pues no era ni el lugar ni el momento para diarreicas discusiones doctrinales, recomendándoles que esperasen a septiembre para retomar tan mitológico tema.

 

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